La vida 2 Boca 2 Cuento de fútbol
- Juan Román
- 11 feb 2015
- 17 Min. de lectura

Te quedaste en todo, hoy lo supe nuevamente. Mientras sostenía la bombilla del mate, antes de colocar la pajilla entre mis labios para sorber un poco de ese té caliente que tanto bien me hace; involuntariamente giré dentro de mi mano la bombilla, en un ademan natural e involuntario que me sirve para sostenerla mejor, supongo; y ahí lo vi, inherente a esos colores tan presentes en mi vida: el escudito de Boca Junios, un escudo pequeño lleno de estrellas que adornan las letras doradas que rezan: CABJ. Un acrónimo que puede no tener sentido para los extraños, pero que lo es todo para los propios. La palabra “todo” en esto que te cuento, es sumamente precisa; porque, decir que ese acrónimo lo es todo, justamente se refiere a que no se concibe la vida de ninguna manera, si no está ligada al CLUB ATLETICO BOCA JUNIORS; y no porque sea uno institucionalista, fanático religioso o seguidor de las masas. Está ligada mi vida con ese glorioso club, porque sencillamente el club es mi vida. Vuelvo de nuevo con las imprecisiones y vaguedades que se convierten a suerte del contexto, en atinadas y bien traídas.
También cuando digo que: “te quedaste en todo”, es cierto, es una frase perfectamente construida. Porque hoy, a esta hora de la mañana te recuerdo en una bombilla de mate, por un escudito azul y oro. Por la tarde puede ser en la propaganda del ómnibus, o en las noticias de la tarde, la tapa del gráfico, olé, goles, mundo deportivo… También en ese espectacular que a media cuidad declara “la mitad más uno”. No es tampoco que la publicidad, tan asfixiante siempre, haya hecho mella en mi cerebro, convirtiéndome en su perfecto blanco y mejor cliente. Yo no lo conocí a Boca en la radio, ni por la publicidad, tampoco por la tele. Yo conocí a Boca Juniors y tuve conciencia de lo que significa y representa, mucho antes de saber de otras formas de comunicación, que no fueran los gestos y las necesidades corporales; aunque en ese momento no lo entendiera y sin que pudiera explicármelo de algún modo.
Simplemente lo sentía, aunque no sabía leer y tampoco del todo, hablar; si sabía de esos colores, me representaban algo, los identificaba y perfectamente los separaba de lo demás. Inconscientemente, ignorando muchas cosas del mundo, que ese entonces imagino que era la casa. Ahora todos esos recuerdos son vagos, pinceladas de memoria nada más, pero se con certeza que en esa tierna infancia, yo sentía lo que es Boca. Puede ser que tampoco entendiera lo que es el fútbol, pero ya sabía de Boca Juniors.
Boca eres tú, la familia, los afectos, un abrazo y la euforia de los goles cantados, los festejos de los títulos. Boca es la felicidad de la casa llena de sol, o envuelta por el frío del invierno, calidad y llena de alegría, de una sensación rara que tiene el encanto hacernos sentir tan bien, agradecidos a la vida, felices de estar juntos, de no estar solos, de sentir a alguien cerca, de sentirse querido y acompañado.
Los domingos o las noches entresemana, donde uno se sale de la rutina y de uno mismo, para festejar, apapachar, cobijarnos y regocijarnos dentro de ese manto de símbolos y sensaciones que nos unen, como eso como familia. Porque hasta las gallinas de la familia están unidas a nosotros por los mismos motivos, el de la identidad individual, la pertenencia y la unidad familiar.
El vínculo con las gallinas que uno quiere, es por eso, porque uno los quiere solamente, pero también es un lazo perene y perpetuo. Como lo es de alguna manera el lazo que une a Riber y Boca. Creo que de alguna manera se complementan, se buscan, se odian, con ese odio de los que se quieren. O de los que alguna vez se quisieron. No hablo de la violencia, porque también acá el significado más puro de la palabra odio entre Bosteros y gallinas, no tiene la connotación verdadera del odio, y tiene que ver más con el ser Argentino que con las sensaciones oscuras del ser humano. Es una sátira del odio real, una parodia de los sentimientos repulsivos o raciales, es una forma de circunscribir la identidad, y solamente eso. Sin denostar o vilipendiar a otro ser humano, es un acuerdo mutuo para quererse con el acérrimo rival, desde la gastada y nada más. No pueden los sentimientos negativos nacer de algo tan lindo como la identidad familiar.
Tú lo sabes bien, porque me lo enseñaste, aquí no caben las barras bravas, porque nacieron de la desigualdad, el malestar y la desesperanza social, no de los sentimientos que nos hacen a ti y a mí Bosteros. Porque eso no es Boca, tampoco Riber. Eso lastima, ensucia y entristece los afectos que nos unen a los de Boca; mancilla los hilos que nos unen en una rivalidad cómplice, hermana y amiga con los muertos de Riber.
No sé por qué salgo con esto ahora, si sé, es por pura bronca, porque me duele. No trataré de abrumarte ahora, ni de contarte las cosas de los hombre, del ser humano, esa gracia perversa que tiene de descomponerlo todo, de destruirse solo. Eso no cabe en lo que me une a ti, en lo que nos une como familia, como parte del mismo pueblo, que nos hace amar los colores, la bendita camiseta y que nos hace estar juntos siempre, al amparo del Xeneize. Orgullosos de la bombonera y de tantas cosas que nos definen como Bosteros.
Por eso es que Boca eres tú, esa sensación de Bienestar, es desayunar juntos, verte sonriendo, ajeno a los malos días. La casa limpia de todos los defectos de la vida, encerrados todos en esa burbuja de felicidad. Verla a mamá con su Riber. Escuchar entonces repetidas y largas historias de “la máquina”, y del “campeón del siglo”. Ver a esa mujer defender su tradición millonaria, recitar de memoria: Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Lustó.
Por muy máquina, siempre fui bostero. Esa fue mi impronta, a veces pienso que ella se preocupaba primero por darme de comer, porque sanara de mis enfermedades, porque fuera al jardín, porque no anduviera descalzo, por quitarme el frío, y por tantas cosas por las que me preocupan ahora mis hijos. Y tú como siempre Viejo sabio, pese a los problemas, siempre en la luna, con tu boquense corazón por delante. Ahí se la colabas, y siempre no vi más que Boca, y cuando supe de Riber, era muy tarde. Porque a mamá la puedo querer diferente, con más soltura sin tabúes. Para ella no importa si soy Bostero, gallina, cuervo, o quemero. Solo importa que sea su hijo. Esa es nuestra forma, nuestra identidad, por eso basta un abrazo y muchos besos. Dejando fuera el orgullo. Pero contigo, nos conocemos viejo, falta siempre algo en medio que justifique los abrazos, por supuesto boquita.
Hoy desde que desperté, no sé por qué, pero me sentí cerca de ti. Primero cercano a Boca, e irremediablemente cerca de ti, puede ser que el orden de los hechos no sea importante. No lo es de hecho, porque siempre estás único con Boca y el Xeneize contigo. La cosa es así. Pero no es tan sencillo, puede ser que me sintiera si cercano a Boca primero, porque por muy trillada que parezca la famosa frase, “el futbol como la vida”, es realmente un paradigma filosófico, hijo de su propia corriente, no sé si la de vivir o la de ser bostero, en todo caso es exactamente lo mismo. Y el futbol es como la vida, o la vida se le parece al futbol o a eso que le llamamos tú y yo, ser de Boca. Por qué la vida cotidiana, si es que tiene una, de nuestro amado Boca, nunca es sencilla; está llena también de vaivenes futbolísticos, de altos y bajos, de encuentro y reencuentros, otros desencuentros, apariciones, desapariciones, mufa, suerte, tragedia, felicidad; en fin una vida parecida a la mía, o a la tuya, a la vida misma entonces y para terminar pronto. Por eso es que hoy, no sé en qué orden y da lo mismo porque todos esos destinos son uno solo, una sola existencia; pensé en mi vida, en Boca y por su puesto en la familia, al final me quedé recordándote a ti. Porque con mamá también me pasa eso, tiene sus días, lo mismo pienso en mi vida, en Boca, Boca – Riber, Riber, mi vieja, y también puede ser cualquiera el orden en que aparecen esas ideas, inseparables y parte de lo mismo.
Durante la mañana y mientras la tarde lentamente se acercaba, anduve como abstraído de la realidad, pensaba en los días llenos de gloria que vivimos frente al televisor en casa, en la felicidad vivida a pleno, en las pocas ocasiones en que pudimos asistir a la cancha. Mi mente se llenó de recuerdos, recordaba el final de los noventa, la súbita y milagrosa aparición de esas generaciones triunfadoras que regaron de gloria el mundo boquense. Lo dichosos que fuimos hasta 2007, cuando tú sabes, cuando me avisaron que no estarías más, bueno eso nunca fue cierto, porque mientras estuvo fresca la herida, estabas siempre, dolía pero ahí estabas, en el recuerdo de todos, en cada parte de Boca Juniors, en cada parte de la vida. Fui difícil ver la casa vacía y tantas cosas, pero para que te voy a amargar recordando.
Nuestra despedida simbólica, vino con el nostálgico campeonato de 2008, fue la primera vez que sabía a Boca campeón sin ti. Fue muy raro, para mí todo un acontecimiento. Desperté de golpe a la realidad, comprendí tantas cosas de la vida de golpe, que se me atragantaron; me enfadé mucho con la vida, sentía coraje… contra no sé quién, pero al fin bronca. Saberlo a Boca campeón fue una paradoja inentendible, la vida adversa y Boca como dándome la espalda, yo no sé por qué lo sentí así, pero te mentiría si te dijera lo contrario, no lo disfrute, hoy a la distancia todavía se me hace un campeonato melancólico, inefable, pero bueno creo que tenía que haber una despedida, casi nunca vuelvo a 2008, por eso justamente.
Cuando en 2011, Román cumplió su promesa, fue otra cosa, sentí como si la promesa me la hubiera cumplido a mí. Como si me dijera que la vida sigue, que no te fuiste y que ese campeonato era de los dos. Fue mi reconciliación, con Boca y con la vida, que es lo mismo. La vuelta, no sabes la di como nunca y contigo como siempre. Después de todo esto, por la vida, Boca y yo seguimos navegando juntos. En 2012, esa final de libertadores, que no se dio fue el final de una año de trabajo lleno de abundancia, ese día supe que a lo mejor las cosas cambiaban, por azares del destino, de las políticas públicas y de la desgastada economía mundial, se agudizó la crisis económica en Argentina, el dólar le ganó terreno al peso; en resumen fue perdí más que la libertadores, y me fui con Boca en una aparente caída, con pequeñas vueltas hacia arriba. Lo que me enseñaste tú, no se me olvida, jamás dejé que mi familia pasara demasiadas limitaciones. Mi vieja y tú me enseñaron el valor de la administración y el ahorro. Aunque vi vida profesional no es de primera, económicamente no he caído a la B. En casa no la pasamos tan mal.
Por qué te doy bola con estas cosas, porque mi vida sigue ligada al club de la ribera. Te acuerdas la semana pasada, que digo hace unos días, que me despidieron, te contaba lo mismo creo pero con bronca, lleno de tristeza. Ese día también lo echaron a Bianchi; para ti sería impensable que lo echaran, tanto le dio al club. Impensable, viene a sacarnos de la crisis y le pagamos con esto. Tampoco mi mujer entendía por qué me despidieron de la fábrica. 15 años sobándome el lomo, dejándoles mi juventud, para nada, para que me echaran así, como a Carlitos. Yo también le di a la fábrica algo así como 40 partidos sin perder.
Unos días antes se fue Román. Me dio una enorme alegría el gol que le hizo a Boca Unidos, no por joda ni bronca. A Román, lo queremos, tanto como al tío Genaro, que nos vuelve locos con su San Lorenzo, y bueno no por los demás cuervos, pero si me dio gusto en el fondo, sin que se lo demostrara, que ganaron al fin una libertadores. Me dio gusto, porque es mi tío, hermano de mamá, no por cuervo, es más en cuanto lo vi ese día, le pregunté por pura joda, qué si iba a festejar en el Carrefour; lo hubieras visto, no sabía que contestar. Lo mismo con Román, que gusto que le dieran la bienvenida como lo hizo el bicho.
Ahora mismo, el ómnibus en el que viajo, en el que vengo platicando contigo, va transitando por la calle Brandsen. Desde aquí se ve la bombonera. Por la radio dicen que Boca le está ganado a Vélez 3 a 1. No sabía que ganábamos, apenas pude encender la radio, antes de abordar el ómnibus ya pensaba en ti, cuando salí de la oficina de Pablo, incrédulo de que me contratarán para llevar la contabilidad de su taller. Sólo me dio tiempo de apretar los puños y cantar en silencio con todo el corazón ¡GANES O PIERDAS, NO ME IMPORTA UN MIERDA, SIGO SIENDO BOSTERO!
Te quedaste en todo, hoy lo supe nuevamente. Mientras sostenía la bombilla del mate, antes de colocar la pajilla entre mis labios para sorber un poco de ese té caliente que tanto bien me hace; involuntariamente giré dentro de mi mano la bombilla, en un ademan natural e involuntario que me sirve para sostenerla mejor, supongo; y ahí lo vi, inherente a esos colores tan presentes en mi vida: el escudito de Boca Junios, un escudo pequeño lleno de estrellas que adornan las letras doradas que rezan: CABJ. Un acrónimo que puede no tener sentido para los extraños, pero que lo es todo para los propios. La palabra “todo” en esto que te cuento, es sumamente precisa; porque, decir que ese acrónimo lo es todo, justamente se refiere a que no se concibe la vida de ninguna manera, si no está ligada al CLUB ATLETICO BOCA JUNIORS; y no porque sea uno institucionalista, fanático religioso o seguidor de las masas. Está ligada mi vida con ese glorioso club, porque sencillamente el club es mi vida. Vuelvo de nuevo con las imprecisiones y vaguedades que se convierten a suerte del contexto, en atinadas y bien traídas.
También cuando digo que: “te quedaste en todo”, es cierto, es una frase perfectamente construida. Porque hoy, a esta hora de la mañana te recuerdo en una bombilla de mate, por un escudito azul y oro. Por la tarde puede ser en la propaganda del ómnibus, o en las noticias de la tarde, la tapa del gráfico, olé, goles, mundo deportivo… También en ese espectacular que a media cuidad declara “la mitad más uno”. No es tampoco que la publicidad, tan asfixiante siempre, haya hecho mella en mi cerebro, convirtiéndome en su perfecto blanco y mejor cliente. Yo no lo conocí a Boca en la radio, ni por la publicidad, tampoco por la tele. Yo conocí a Boca Juniors y tuve conciencia de lo que significa y representa, mucho antes de saber de otras formas de comunicación, que no fueran los gestos y las necesidades corporales; aunque en ese momento no lo entendiera y sin que pudiera explicármelo de algún modo.
Simplemente lo sentía, aunque no sabía leer y tampoco del todo, hablar; si sabía de esos colores, me representaban algo, los identificaba y perfectamente los separaba de lo demás. Inconscientemente, ignorando muchas cosas del mundo, que ese entonces imagino que era la casa. Ahora todos esos recuerdos son vagos, pinceladas de memoria nada más, pero se con certeza que en esa tierna infancia, yo sentía lo que es Boca. Puede ser que tampoco entendiera lo que es el fútbol, pero ya sabía de Boca Juniors.
Boca eres tú, la familia, los afectos, un abrazo y la euforia de los goles cantados, los festejos de los títulos. Boca es la felicidad de la casa llena de sol, o envuelta por el frío del invierno, calidad y llena de alegría, de una sensación rara que tiene el encanto hacernos sentir tan bien, agradecidos a la vida, felices de estar juntos, de no estar solos, de sentir a alguien cerca, de sentirse querido y acompañado.
Los domingos o las noches entresemana, donde uno se sale de la rutina y de uno mismo, para festejar, apapachar, cobijarnos y regocijarnos dentro de ese manto de símbolos y sensaciones que nos unen, como eso como familia. Porque hasta las gallinas de la familia están unidas a nosotros por los mismos motivos, el de la identidad individual, la pertenencia y la unidad familiar.
El vínculo con las gallinas que uno quiere, es por eso, porque uno los quiere solamente, pero también es un lazo perene y perpetuo. Como lo es de alguna manera el lazo que une a Riber y Boca. Creo que de alguna manera se complementan, se buscan, se odian, con ese odio de los que se quieren. O de los que alguna vez se quisieron. No hablo de la violencia, porque también acá el significado más puro de la palabra odio entre Bosteros y gallinas, no tiene la connotación verdadera del odio, y tiene que ver más con el ser Argentino que con las sensaciones oscuras del ser humano. Es una sátira del odio real, una parodia de los sentimientos repulsivos o raciales, es una forma de circunscribir la identidad, y solamente eso. Sin denostar o vilipendiar a otro ser humano, es un acuerdo mutuo para quererse con el acérrimo rival, desde la gastada y nada más. No pueden los sentimientos negativos nacer de algo tan lindo como la identidad familiar.
Tú lo sabes bien, porque me lo enseñaste, aquí no caben las barras bravas, porque nacieron de la desigualdad, el malestar y la desesperanza social, no de los sentimientos que nos hacen a ti y a mí Bosteros. Porque eso no es Boca, tampoco Riber. Eso lastima, ensucia y entristece los afectos que nos unen a los de Boca; mancilla los hilos que nos unen en una rivalidad cómplice, hermana y amiga con los muertos de Riber.
No sé por qué salgo con esto ahora, si sé, es por pura bronca, porque me duele. No trataré de abrumarte ahora, ni de contarte las cosas de los hombre, del ser humano, esa gracia perversa que tiene de descomponerlo todo, de destruirse solo. Eso no cabe en lo que me une a ti, en lo que nos une como familia, como parte del mismo pueblo, que nos hace amar los colores, la bendita camiseta y que nos hace estar juntos siempre, al amparo del Xeneize. Orgullosos de la bombonera y de tantas cosas que nos definen como Bosteros.
Por eso es que Boca eres tú, esa sensación de Bienestar, es desayunar juntos, verte sonriendo, ajeno a los malos días. La casa limpia de todos los defectos de la vida, encerrados todos en esa burbuja de felicidad. Verla a mamá con su Riber. Escuchar entonces repetidas y largas historias de “la máquina”, y del “campeón del siglo”. Ver a esa mujer defender su tradición millonaria, recitar de memoria: Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Lustó.
Por muy máquina, siempre fui bostero. Esa fue mi impronta, a veces pienso que ella se preocupaba primero por darme de comer, porque sanara de mis enfermedades, porque fuera al jardín, porque no anduviera descalzo, por quitarme el frío, y por tantas cosas por las que me preocupan ahora mis hijos. Y tú como siempre Viejo sabio, pese a los problemas, siempre en la luna, con tu boquense corazón por delante. Ahí se la colabas, y siempre no vi más que Boca, y cuando supe de Riber, era muy tarde. Porque a mamá la puedo querer diferente, con más soltura sin tabúes. Para ella no importa si soy Bostero, gallina, cuervo, o quemero. Solo importa que sea su hijo. Esa es nuestra forma, nuestra identidad, por eso basta un abrazo y muchos besos. Dejando fuera el orgullo. Pero contigo, nos conocemos viejo, falta siempre algo en medio que justifique los abrazos, por supuesto boquita.
Hoy desde que desperté, no sé por qué, pero me sentí cerca de ti. Primero cercano a Boca, e irremediablemente cerca de ti, puede ser que el orden de los hechos no sea importante. No lo es de hecho, porque siempre estás único con Boca y el Xeneize contigo. La cosa es así. Pero no es tan sencillo, puede ser que me sintiera si cercano a Boca primero, porque por muy trillada que parezca la famosa frase, “el futbol como la vida”, es realmente un paradigma filosófico, hijo de su propia corriente, no sé si la de vivir o la de ser bostero, en todo caso es exactamente lo mismo. Y el futbol es como la vida, o la vida se le parece al futbol o a eso que le llamamos tú y yo, ser de Boca. Por qué la vida cotidiana, si es que tiene una, de nuestro amado Boca, nunca es sencilla; está llena también de vaivenes futbolísticos, de altos y bajos, de encuentro y reencuentros, otros desencuentros, apariciones, desapariciones, mufa, suerte, tragedia, felicidad; en fin una vida parecida a la mía, o a la tuya, a la vida misma entonces y para terminar pronto. Por eso es que hoy, no sé en qué orden y da lo mismo porque todos esos destinos son uno solo, una sola existencia; pensé en mi vida, en Boca y por su puesto en la familia, al final me quedé recordándote a ti. Porque con mamá también me pasa eso, tiene sus días, lo mismo pienso en mi vida, en Boca, Boca – Riber, Riber, mi vieja, y también puede ser cualquiera el orden en que aparecen esas ideas, inseparables y parte de lo mismo.
Durante la mañana y mientras la tarde lentamente se acercaba, anduve como abstraído de la realidad, pensaba en los días llenos de gloria que vivimos frente al televisor en casa, en la felicidad vivida a pleno, en las pocas ocasiones en que pudimos asistir a la cancha. Mi mente se llenó de recuerdos, recordaba el final de los noventa, la súbita y milagrosa aparición de esas generaciones triunfadoras que regaron de gloria el mundo boquense. Lo dichosos que fuimos hasta 2007, cuando tú sabes, cuando me avisaron que no estarías más, bueno eso nunca fue cierto, porque mientras estuvo fresca la herida, estabas siempre, dolía pero ahí estabas, en el recuerdo de todos, en cada parte de Boca Juniors, en cada parte de la vida. Fui difícil ver la casa vacía y tantas cosas, pero para que te voy a amargar recordando.
Nuestra despedida simbólica, vino con el nostálgico campeonato de 2008, fue la primera vez que sabía a Boca campeón sin ti. Fue muy raro, para mí todo un acontecimiento. Desperté de golpe a la realidad, comprendí tantas cosas de la vida de golpe, que se me atragantaron; me enfadé mucho con la vida, sentía coraje… contra no sé quién, pero al fin bronca. Saberlo a Boca campeón fue una paradoja inentendible, la vida adversa y Boca como dándome la espalda, yo no sé por qué lo sentí así, pero te mentiría si te dijera lo contrario, no lo disfrute, hoy a la distancia todavía se me hace un campeonato melancólico, inefable, pero bueno creo que tenía que haber una despedida, casi nunca vuelvo a 2008, por eso justamente.
Cuando en 2011, Román cumplió su promesa, fue otra cosa, sentí como si la promesa me la hubiera cumplido a mí. Como si me dijera que la vida sigue, que no te fuiste y que ese campeonato era de los dos. Fue mi reconciliación, con Boca y con la vida, que es lo mismo. La vuelta, no sabes la di como nunca y contigo como siempre. Después de todo esto, por la vida, Boca y yo seguimos navegando juntos. En 2012, esa final de libertadores, que no se dio fue el final de una año de trabajo lleno de abundancia, ese día supe que a lo mejor las cosas cambiaban, por azares del destino, de las políticas públicas y de la desgastada economía mundial, se agudizó la crisis económica en Argentina, el dólar le ganó terreno al peso; en resumen fue perdí más que la libertadores, y me fui con Boca en una aparente caída, con pequeñas vueltas hacia arriba. Lo que me enseñaste tú, no se me olvida, jamás dejé que mi familia pasara demasiadas limitaciones. Mi vieja y tú me enseñaron el valor de la administración y el ahorro. Aunque vi vida profesional no es de primera, económicamente no he caído a la B. En casa no la pasamos tan mal.
Por qué te doy bola con estas cosas, porque mi vida sigue ligada al club de la ribera. Te acuerdas la semana pasada, que digo hace unos días, que me despidieron, te contaba lo mismo creo pero con bronca, lleno de tristeza. Ese día también lo echaron a Bianchi; para ti sería impensable que lo echaran, tanto le dio al club. Impensable, viene a sacarnos de la crisis y le pagamos con esto. Tampoco mi mujer entendía por qué me despidieron de la fábrica. 15 años sobándome el lomo, dejándoles mi juventud, para nada, para que me echaran así, como a Carlitos. Yo también le di a la fábrica algo así como 40 partidos sin perder.
Unos días antes se fue Román. Me dio una enorme alegría el gol que le hizo a Boca Unidos, no por joda ni bronca. A Román, lo queremos, tanto como al tío Genaro, que nos vuelve locos con su San Lorenzo, y bueno no por los demás cuervos, pero si me dio gusto en el fondo, sin que se lo demostrara, que ganaron al fin una libertadores. Me dio gusto, porque es mi tío, hermano de mamá, no por cuervo, es más en cuanto lo vi ese día, le pregunté por pura joda, qué si iba a festejar en el Carrefour; lo hubieras visto, no sabía que contestar. Lo mismo con Román, que gusto que le dieran la bienvenida como lo hizo el bicho.
Ahora mismo, el ómnibus en el que viajo, en el que vengo platicando contigo, va transitando por la calle Brandsen. Desde aquí se ve la bombonera. Por la radio dicen que Boca le está ganado a Vélez 3 a 1. No sabía que ganábamos, apenas pude encender la radio, antes de abordar el ómnibus ya pensaba en ti, cuando salí de la oficina de Pablo, incrédulo de que me contratarán para llevar la contabilidad de su taller. Sólo me dio tiempo de apretar los puños y cantar en silencio con todo el corazón ¡GANES O PIERDAS, NO ME IMPORTA UN MIERDA, SIGO SIENDO BOSTERO!
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