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Siempre fui Riquelme (cuento de fútbol)

  • Juan Román
  • 13 feb 2015
  • 9 Min. de lectura

Bataglia riquelme.jpg

Y la vida sigue, que te vas a amargar… Para qué martillarse con eso. ¡Luego dicen: “hinchas de Riquelme”! Cómo sí eso bastara, cómo si fuera suficiente; como sí uno fuera un traidor un mal agradecido un desmemoriado. Entonces fácil, lo destierran a uno; que no entendemos y hasta se atreven a largar que no queremos la camiseta… Luego te escupen a la cara que Riquelme no es el equipo, que no ganó las copas solo ¡Claro que no! Ni que uno no supiera eso, qué creen: que es uno un retrasado. ¡Claro que el fobal es un deporte de conjunto viejo! Si los “Riquelmistas”, otra vez la palabrita, si lo sabremos nosotros… por eso nos gusta el tipo, es un cerebro. Pero no significa que el cerebro ande solo, necesita piernas y unas buenas, brazos y el bobo, el cuore, cómo no va a ser importante el corazón.

Boca tuvo buenos corazones de esos con pistones de acero, que revolucionaban justamente el cuerpo. Escúchame, hacían que la bombonera se cayera, hacían que uno dejara caer una que otra lagrima; nos enseñaban que la palabra imposible a lo mejor no existe o que al menos para ellos, en la cancha no… Tú crees que con lo que le pasó al león, a Battaglia, no se me jodió la vida. No creas que no lo sufrí; imagínate es como si te dijeran que no hay más o que el mundo se va a caer… Para mi nadie llena ese hueco, es como si al cuerpo de uno por ahí le fallara el corazón, y van los médicos y te ponen una bobina de esas como la de los Volkswagen, andas bien si; puedes seguir aquí jorobando a la familia, disfrutando, viendo crecer a los chicos; pero igual no hay más, ya no es lo mismo; a lo mejor no me entiendes, no es un buen ejemplo...

El cuerpo sirve y funciona pero no es lo mismo, ya no es tu cuore ya es otra cosa. En una de esas te acostumbras porque no lo puedes ver, pero ya no es lo mismo. Ya no es tu corazón, te sirve bien pero algo cambia. O más bien, ahí está el ejemplo, cuando un amigo se va, eso es; no es lo mismo la vida, nada llena ese tipo de huecos, de ausencias. Pueden decirte que nadie es indispensable pero es que Battaglia, el patrón, el negro Clemente, el melli, Palermo, Bermúdez, el flaco, Batistuta, el pato, Córdova y demás, por tirar nombres, esos si son indispensables. Román también lo es.

Es como despertar de un sueño y pretender acostumbrarse a lo nuevo, a caras todavía desconocidas y para nada familiares. No es que uno deje de ser bostero porque ya no están, por el contrario uno se llena de nostalgia y no es fácil dejar que se vallan. Es como te decía: tan fuerte como cuando se marcha un amigo, o los hermanos, uno está acostumbrado a ellos. Con los jugadores pasa igual, los llega uno a querer porque son de Boca y porque en algún momento ellos fueron Boca. En una de esas es uno cursi, ya te digo, creo que nos duelen los cambios, uno no los aguanta simplemente los detesta. Dirán los intelectuales, el conformismo social ¡mirá vos! nadie quiere los cambios es más cómodo quedarse como se está. Yo no entiendo de esas cosas porque sencillamente no hay punto de comparación, porque a los políticos y los milicos no los ve uno como a estos; yo al menos no los siento, no me provocan nada, si siquiera simpatía. Esos no son necesarios y sí, te digo que bueno que se largaron; y vienen más pero nunca me convencen y si por mí fuera los quitaba. Yo no los elegí ya sabes siempre por la zurda o más bien en la contra, en la indiferencia y la apatia. Es un rollo todo eso, mejor ni me meto es otra cosa ni bola con eso; además hablaba de futbol.

A lo mejor tienen razón, me refiero solamente a eso del miedo al cambio y al conformismo de la gente, ahora que recuerdo eso pasó con Perón, o al menos eso creo. Viste cuando regresó, antes de que vinieran los milicos, todo era una fiesta casi casi como para la gente de Boca cuando vino Román de Europa. Pero cuando Perón se fue viejo, el cagazo... todos desamparados; yo no sé los demás me dio la impresión que la mayoría, por eso que me cuentan, nos hicimos bosta como sociedad y no sabíamos qué hacer. Una incertidumbre grande se apoderó de todo y como fue; la tragedia era más grande que el miedo, pero qué te digo. Creo también fue un mal ejemplo.

on la política tampoco nos vamos a poner de acuerdo, como con Román viste, habrá algunos que te dirán que ellos sabían, que ya no creían ni en Perón y que ni así entendemos. Que esperamos que todo nos regale el gobierno, y que le tenemos miedo al cambio o a la acción, a la verdad y no se a cuantas cosas más. Pero las cosas no salieron mal por eso, acá es muy delicado opinar. Lo que trato de decir es que no es lo mismo, no es miedo lo que siento ahora que no está Riquelme, no creo que el equipo se vaya a la B o que nos llenemos de tragedias; lo que yo siento es nostalgia y un profundo vacío, es más bien la consecuencia del cariño y la gratitud por ese artista que me llenó la vida de alegrías.

Creo que ya estoy borracho, puede ser tanto sol, no sé porque te hablo de esto, de Perón, de la fe de la gente, de la fe de los hinchas, de las partidas de los ídolos y de lo nefasto del cambio. No tiene nada que ver una cosa con la otra, creo que el único punto en común es que maximizamos a los jugadores al punto de que nos duele que se vayan, o que nos decepcionen, quién sabe.

No es que yo sea riquelmista, simplemente que es otro Boca sin él, pero no solo sin él sin ellos; ellos los del Boca que cada uno ama y que lleva en su corazón, que le resulta inolvidable. Ahí tienes al viejo, dale con Roma, Silvero, Simeone, Marzolini, Rattín y Gonzalito. Hinchando siempre que para él no hay mejor portero que Roma, porque le dio un campeonato frente a River ¡el partido del siglo! dice. Boca le arrebato el campeonato del 69 a River con un penal atajado por Roma; eso marcó la vida del viejo. Así como Román fraguó el sentimiento y la gratitud que le tengo, en tantas noches de futbol plagadas de su magia. Otros en cambio viven todavía en el Boca de Rojitas o en el de Brindisi y Maradona, y válido además de respetable como lo del viejo o lo mio.

Cada quien tiene un equipo que ama, dentro del equipo de sus amores, o un ídolo dentro de su propio Boca Juniors, es parte yo creo de la escencia del hincha de futbol. Por eso viene el viejo y nos dice que él vio el partido del siglo, que le ganaron a River; así como vienen tantos más con sus propias hazañas. Otras veces el viejo ataca y refuta lo nuevo, viste eso de no aceptar el cambio, entonces dice que no habrá mejores defensa que Silvero, Simeone y Marzolini en boca; que ya nadie juega y que se acabó que lo de hoy no sirve, aunque no por eso deja de ser bostero. Finalmente da su veredicto: que lo de ahora no es futbol y que no sabemos nada de Boca nosotros los boquenses de ahora.

Puede ser que para nosotros todo eso que no vivimos y que nos cuentan los demás, no significa nada; pero él te dirá que se le enchina la piel solo con escuchar nombrar a Rojitas, otros que Maradona. En el futuro nuestro Boca será un dato curioso para los entendidos y los amantes de la historia, pero para mí lo es todo y lo seguirá siéndolo, es eso Boca. Y puede ser que lleguen nuevos ídolos y superen a Palermo y algún 10 gané 4 libertadores con la camisa de Boca, pero no será Román o lo que él significa para mí. Y simplemente no significará lo mismo, porque lo que me tocó vivir estos últimos 15 años con el equipo en verdad marcó mi vida.

No sé si me explico, entrando en el terreno de los símbolos; uno es bostero por algo o mejor dicho por alguien. Boca significó primero el padre o la madre, por ahí un hermano un tio. El caso es que uno era hincha entonces y primeramente del que te hizo bostero, uno le admiraba hasta eso y por eso le compró el boleto. Después nació la curiosidad, con tantas historias y esas historias siempre llenas de nombres… uno ávido de vivir lo mismo, se fue metiendo y de pronto ya estaba enamorado y veía a Battaglia como a san Martín y a Román como un mago y al pato invencible, qué te digo: Palermo se volvió un titán. Ahora uno tiene su vínculo con boca, una historia que ya es propia. Y de eso soy hincha, a eso llama uno la camiseta; por eso es importante la bombonera, porque fue el campo de batalla donde Boca y yo conquistamos los sueños, forjamos nuestro amor... eso es la pasión que no se explica, el sentimiento.

Son miles de historias que te unen al club de tus amores, porque nos recuerda a nuestra familia, es primero parte de nuestra historia individual y familiar, son los recuerdos de infancia y después la maravilla de ver las proezas; de ser testigo de lo imposible, de lo injusto, el ser compañero leal a un ideal a los nombres. Por eso no es fácil olvidarse, porque no imagino que alguien sea hincha de Boca sin que exista un lazo de este tipo, sin que tenga algo que contar, sin que sienta pasión o sentimientos inexplicables donde no quepan los nombres ni las ausencias. ¿Me vienen a decir entonces que a ellos les pagan? que son profesionales, que es su trabajo, que no me conocen, que qué hizo Román por mí. No sé eso no lo puedo explicar…sólo lo siento y ya.

- Es muy grande todo lo que me contás, nunca lo había pensado hasta ahora. Te cuento yo mi historia personal a lo mejor te sirve. Llegué a boca por mi viejo; desde que recuerdo vine a jugar acá, desde muy chiquito llegué, y ya sabes como es esto de las empresas y la publicidad. Tuve siempre las remeras de boca, no conocí otra ropa, mi vida azul y oro, el termo del mate, Boca en todo… Me obligaron a estudiar aunque a esa bolilla no le aposté ni medio, así que mochila de boca, cuadernos de boca, el dormitorio todo bostero, y no conocí más que eso. Mi viejo me hablaba de lo que decís, de su Boca de sus glorias personales y pasadas.

Siempre jugué para Boca, me dieron la 10 desde pibe y con es natural me hice de Boca también, jugué mucho tiempo, me pasó de todo; ganamos todo... algunas veces nos afanaron; fueron y vinieron los técnicos, algunos presidentes, peleas con los compañeros. A veces me daba vergüenza leer los diarios otras veces los guardaba como recuerdos gratos, en fin. Viví muchas cosas la mayoría muy lindas, Boca no fue gran parte de mi vida, fue mi vida entera.

Sin embargo ese sueño un día se terminó. Pasó no hace mucho, de sólo acordarme se me vienen las lágrimas, fue como un sueño triste dentro de ese que se acabó. Era la tarde de un sábado yo estaba en una cancha de fútbol; el sol estaba por esconderse y resplandecía en su camino al oeste. La tarde estaba llena de luz, era linda, de esas que se alzan majestuosas cuando termina el invierno, llena de un sol que pinta el cielo de todos naranjas y rojizos, que emana rayos enceguecedores que hacen brillar el césped y la tribuna. Del otro lado de la cancha una acogedora sombra cubría el estadio, había en esa zona un poco de frio. Recuerdo que estábamos encerrados en nuestra cancha, ellos estaban encima de nosotros... pude ver entonces que de todo eso nacía un contragolpe.

Cuidando de no caer en fuera de lugar empecé a correr, y fue cuando alguien ajeno para mí en ese entonces, un tal Iñiguez vio que estaba solo y esperando un balón; sin dudarlo me lanzó un trazo largo perfecto que venía justo hacia mí. La pelota picó en el pasto y corrió de forma precisa hasta encontrarme, y yo que la tocó a un lado con la derecha para dejar fuera de la jugada a los dos defensores que ya estaban por cerrarme. La pelota quedo suelta tan a modo, que me invitaba a meterle un derechazo, tal como lo había imaginado cuando la pelota apenas volaba cruzando el campo. Entonces el metí la diestra, mandando un tiro no muy potente pero muy cerrado al palo derecho del arquero; la pelota pico en el área chicha y se levantó sobre el arquero que llegaba a tiempo para ver cómo se metía en su arco casi pidiéndole permiso. Después del gol sólo pude levantar la mano, porque un viento de tristeza y nostalgia me cubrió de pronto, y ya no pude festejar, tenía la boca seca y una mezcla de alegría y de bronca... Porque ahí me di cuenta que estaba jugando en Argentinos Juniors y no en Boca, tenía puesto el uniforme del Bicho, estaba en medio del Diego Armando Maradona… Viejo no te lo dije pero toda la vida fui Riquelme ¿O no viste ayer después que levantamos la pared de atrás, como reventé dos veces el ángulo superior derecho de la portería del gordo?


 
 
 

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