Tus ojos pesan (Poema)
- Juan Román
- 30 may 2015
- 2 Min. de lectura

Tus ojos pesan, como pesa el tiempo, el tiempo de antes, porque el de ahora ha muerto. Muerto está, como muerta parece tu piel, hosca, seca como la tierra, corteza de un árbol viejo: Olvidado, como se olvidaron de ti.
No sé quién te olvidó. A lo mejor fue la misma vida, quizá la misma muerte. Que no parece compasiva, pero que lo es tanto.
Por eso mató a la tierra, por la compasión que inspira el enfermo. Tú siembras sobre un cadáver como lo hicieron los viejos; cuando ese cadáver todavía agonizaba.
Por eso vienen las aves rapaces, a esperar que lo seco termine de estarlo.
Pero tú no estás seco, porque tu sangre hierve; aunque tus ojos se vean tiesos, petrificados y sin lágrimas.
Tu sangre hierve. Tan caliente que a veces escapa por tus ventanas, en forma de lágrimas. Lágrimas que cuando tocan la tierra, terminan de evaporarse.
La tierra también hierve, como tu sangre. Hierve porque que el agua ya se ha esfumado. El plasma que queda se condensa, formando un masa de lodo. Lo que se calienta y quema tus pies: es polvo, acaso sin vida; Inerte como las semillas que siembras.
De polvo se ha llenado tu garganta. Costra áspera, donde ya no existe tu voz, tus gritos son ahora murmullos; despoblados en un cuerpo tan seco, que solo está lleno de polvo.
La sangre que hierve: efluvio espeso que te atraganta inundando tu ser, ha echado tu voz y las lágrimas fuera del cuerpo, ya no queda sitio en él para otra cosa. Está seco de tanto llorar, marchito de tanto lamentarse por ese cadáver en el que siembras semillas pétreas.
Un nudo aprieta el polvo y la sangre en tu pobre garganta, estruja tu pecho y dificulta la entrada del aire caliente. Tan caliente como tu sangre, como el polvo... es el mismo polvo,hace mucho que no hay aire, solo polvo caliente, que entra por tu garganta.
Y la muerte que no es compasiva ¿o acaso lo es? Por eso te deja que siembres semillas calcáreas sobre una piedra inorgánica. Es inefable, constante, egoísta y efímera compañera.
Campesino abandonado por tus hermanos, te has quedado sin Dioses. No tienes vida, o muy poca. Pero tu sangre hierve.
Es el precio tal vez, que paga aquel que perpetúa la vida. Ahora solo la muerte es perpetua, Tonacatecuhtli en el valle de los muertos. En tu mano llevas semillas que ya son piedras.
Tus lágrimas se secaron, al salir de tus ojos Nezahualcóyotl, Cayeron sobre la tierra agónica, en una suave caricia. Y en ese instante se secaron...
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